1 mar 2011

¿Fuga de cerebros?

Es bien sabido que en política las formas son tan importantes como el contenido. Ahora bien, el problema surge cuando los ciudadanos sufren las directrices de un equipo de gobierno como el encabezado por la señora Faneca que, como buena populista, gasta toda su energía en el engranaje de sus medios de publicidad o, llámeseles de adoctrinamiento.

A menudo, se puede oír a Mª Luisa predicando a los cuatro vientos en cualquiera de sus medios que Isla Cristina es uno de los pueblos que más estudiantes aporta a la Universidad de Huelva; aspecto que es cierto. Ahora bien, cabría preguntarse qué ocurre con la mayoría de esos estudiantes isleños que han finalizado sus estudios universitarios. ¿Realmente tienen la oportunidad de desarrollarse y de llevar a cabo sus proyectos profesionales en Isla Cristina? ¿Qué ha establecido Mª Luisa para crear y gestionar unas bases sólidas para el desarrollo de nuestros jóvenes? La respuesta: nada. Al parecer, con su política de pan y circo Mª Luisa con este tema también prefiere mirar para otro lado pese a la gravedad del asunto. Parece que queda ya bien lejos cuando, en las pasadas elecciones, le prometía a la juventud isleña la panacea a todos sus problemas e inquietudes, sabedora que nuestra localidad, tiene sus limitaciones. Quizás por simple desconocimiento o por ignorancia consentida, lo cual sería aún más grave, parece ignorar que la juventud es un divino tesoro que debe ser cuidado puesto que unos jóvenes formados y preparados garantizarán el futuro de ese pueblo.

Sin embargo, actualmente la realidad es bien distinta. En nuestra localidad, pese a la potencial prosperidad, muchos jóvenes tienen que marcharse fuera si realmente quieren tener un futuro floreciente, en cambio, han sido muchas las contrataciones de personas de fuera de nuestra localidad, en la forma y manera que denunció (transparencia, igualdad de posibilidades, formación, oposiciones, etc.) donde ha prevalecido por encima de todo sus compromisos, favores adquiridos o partidistas etc.

Acostumbrados a que lo que organiza y lleva a cabo lo realiza de la manera más mediática posible, no hace falta recordar la última gala de la educación donde los protagonistas no fueron los alumnos ni sus padres orgullosos del esfuerzo de sus hijos, sino ella. Eso sí, repartiendo diplomas a diestro y siniestro y convirtiéndolo en un acto de propaganda, aunque sea en detrimento de lo que debería de ser un acto del cual toda la sociedad debe sentirse orgullosa. Porque sí, porque quizás sea cierto que verdaderamente la juventud isleña le importa poco en términos electorales como para gastar energía en ello, aunque hay que reconocerle, que maneja la propaganda electoral a las mil maravillas y que cada vez son menos los isleños que creen en lo que vende, habiéndose ganado el descredito de muchos, porque ya, ni ella misma se cree lo que nos vende.

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